Un Despertar Irreversible
Por Paul Aponte Rueda
Durante años, caminé entre sombras, observando desde la
distancia cómo el dolor se convertía en rutina para millones de venezolanos. Vi
a los abuelos, padres y hermanos de esta tierra noble rumiar su tristeza en
silencio, encerrados no solo en mazmorras físicas, sino en prisiones invisibles
de desesperanza y abandono. La historia oficial los ignoraba, mientras una
minoría oligárquica decidía el destino de la patria del Libertador, a espaldas
del pueblo, contra el pueblo y sin el querer del pueblo.
Pero algo cambió. Algo profundo, irreversible. Lo vi con mis
propios ojos, lo sentí en mi pecho como un tambor que no cesa. Fue en esa
plaza, cuando irrumpieron hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, con una fuerza
que no se puede contener. Allí comprendí que el pueblo había despertado. Y
desde esa tribuna, con la voz firme y el corazón encendido, proclamé lo que
ahora forma parte de mi libro:
    “Hasta ayer yo sabía que las dolientes masas venezolanas,
vuestros abuelos, vuestros padres y vuestros hermanos, rumiaban su dolor en las
mazmorras que eran deshonra de América y que existía en esta tierra admirable
una pequeña minoría oligárquica que disponía abusivamente de los destinos de
esta patria del Libertador, a espaldas del pueblo, contra el pueblo y sin el
querer del pueblo. Pero yo, capitán de multitudes de Colombia, vengo a
contemplaros vibrantes y plenos, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos,
irrumpiendo en esta plaza; y a decir desde esta tribuna a toda la gente de
Venezuela que de ¡ahora en adelante sólo habrá una voz que mande sobre esta
tierra sagrada: ¡la voz del pueblo, por el pueblo y para el pueblo!”
Este fragmento no es solo una declaración política. Es un testimonio de fe en la capacidad del pueblo para reconstruir su destino. Es el grito de quienes ya no aceptan ser silenciados. Es el inicio de una nueva era donde la dignidad no será negociable.
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